El Certificado de Eficiencia Energética es un sistema que aplica desde el año 2013 en España y que clasifica las viviendas en función de su consumo energético de un modo similar a como actúa el etiquetado energético en los electrodomésticos.
En este sistema las viviendas están distribuidas en un ratio que va de la A a la G, siendo el valor A el más comprometido con la eficiencia energética. Existen también dos grupos más: A+ y A++.
El grado de eficiencia de cada vivienda se mide en función de lo que consume ese inmuele en función a la media. Si es menos de la media, avanzará en la escala, si es más de la media, pues va ocupando posiciones inferiores, de la letra D a la G.
¿A qué inmuebles afecta el certificado de eficiencia energética?
Los edificios de nueva construcción, los edificios o partes de edificios existentes destinados a la venta o el alquiler y aquellos espacios cuya superficie útil (mayor de 250 m2) sea ocupada por una autoridad pública y estén destinados al tránsito habitual del público; están obligados a cumplir con este certificado de eficiencia.
Es el propietario el que debe encargar el certificado. Una vez lo recibe tiene una validez de 10 años desde la emisión que está sujeto a cambios voluntarios por parte del propietario, para avanzar en este terreno de la eficiencia.
¿Qué ventajas ofrece tener una certificación energética alta?
Los aspectos positivos de mejorar la eficiencia se traducen en un menor gasto en calefacción, refrigeración y agua caliente, en torno a centenares de euros si conseguimos una certificado de eficiencia energética B en lugar de D.
Pero además, a nivel inmobiliario también presenta ventajas, pues el valor de mercado es mayor y se pueden vender o alquilar estas viviendas a un precio más alto. Por otra parte, muchos ayuntamientos ofrecen exenciones fiscales a aquellos edificios que apuestan por la sostenibilidad en el consumo.
Y cabe no olvidar las sanciones que se imponen a aquellos propietarios que, en caso de tener que disponer de este trámite, no lo hacen. Esas multas pueden ir desde los 300 a los 6.000 euros en función de su gravedad.