Los falsos techos son instalaciones colocadas unos centímetros por debajo del techo que tienen como objetivo ocultar cableado, tuberías, conductos de aire o servir como aislante térmico.
Estas instalaciones son un elemento estético en todas las ocasiones, pero pueden ejercer también una función de aislamiento térmico y acústico o bien un elemento que aporta mayor resistencia ante la humedad o posibles fuegos. Su uso está cada vez más extendido, de modo que es importante conocer cuáles son los falsos techos más habituales.
Los techos registrables
Estos techos son comunes en oficinas y locales comerciales. Consisten en una estructura metálica que se ancla al techo real y que se sitúa a unos 15 centímetros por debajo. Su instalación es muy sencilla y ofrecen un acabado muy elegante. Se desmontan fácilmente y por su propia naturaleza actúan como elemento de aislamiento acústico.
Pueden estar elaborados a partir de placas de yeso laminado, placas metálicas, de fibra mineral, de fibra de vidrio o una combinación de vidrio y yeso. Cada uno de ellos ofrece diferentes capacidades.
Los techos continuos
Los techos continuos se elaboran a partir de dos materiales principales: placas de cartón y yeso. Se sitúan también a unos 15 centímetros del techo, como los registrables, y las funciones que ejercen son las mismas.
Su instalación es muy sencilla. El acabado es minimalista y muy conseguido. Además, pueden montarse y desmontarse de manera cómoda. Son sistemas ligeros y continuos, previenen ante posibles fuegos y cuentan con propiedades aislantes.
El tipo de material a utilizar en estos falsos techos va a determinar sus propiedades. La escayola solo ejerce una función estética, pero si usamos placas de yeso ganamos en aislamiento acústico. Otras opciones son las placas de cartón yeso o materiales específicos para zonas con humedad o resistentes al fuego.
El uso de un tipo u otro de falso techo va a depender de las necesidades propias, si bien en su elección es aconsejable contar con la asesoría de una empresa especializada.