Las láminas asfálticas son elementos imprescindibles en cubiertas y terrazas pues ayudan a evitar el desgaste de esas superficies. Su labor es proteger el interior de la vivienda de las inclemencias meteorológicas: lluvia, granizo y nieve en invierno, pero también calor en verano.
Se trata de soluciones impermeables y aislantes que se adhieren a terrazas, tejados, azoteas y techos y su objetivo es fundamental para aportar mayor calidad de vida y confort térmico.
¿Qué tipos de láminas son los más conocidos?
Las láminas asfálticas enarenadas tienen un ancho de lámina de 1 metro. Su composición es a partir de mástico bituminoso con elastómeros o betún polimérico, pero el nombre genérico se debe a su terminación en arena.
Cuando hablamos de láminas asfálticas plastificadas nos referimos a aquellas cuya terminación es en film plástico. Su ancho es similar, de 1 metro, al igual que la armadura cubierta por mástico bituminoso.
Otra opción son las láminas con autoprotección para superficies no transitables, que pueden ser metálicas, de minerales o de pizarra. Estas necesitan de una fuente de calor para ser instaladas y son óptimas para zonas exteriores, muy válidas para proteger frente al calor en verano
Las láminas impermeabilizadoras de puentes y cubiertas de parking son también telas asfálticas de betún modificada cuya terminación puede ser de gránulo de pizarra o geotextil. Son útiles en superficies por las que transitan vehículos, de ahí que se utilicen en puentes y aparcamientos.
Las láminas para muros se instalan un muros enterrados. También están compuestas por una armadura recubierta de mástico bituminoso de betún modificado y finalizadas en film plástico con ancho de 1 metro.
Finalmente, encontramos las láminas asfálticas autoadhesivas, que son las más económicas y se usan en reparaciones rápidas y sencillas. Son fácilmente instalables, incluyen material autoadhesivo y se utilizan para impermeabilizar muros, bajantes, cubiertas inclinadas, bajantes o pérgolas de madera, entre otros elementos.